EL Mohan - Tolima, Colombia
Las lavanderas le dicen monstruo, enamorado, perseguidor de muchachas, músico, hipnotizador, embaucador y feroz. Cuentan y no acaban las hazañas más irreales y fabulosas.
Las lavanderas le dicen monstruo, enamorado, perseguidor de muchachas, músico, hipnotizador, embaucador y feroz. Cuentan y no acaban las hazañas más irreales y fabulosas.
Sobre su aspecto físico, varían las opiniones según el lugar donde habita. En la región del sur del Magdalena, comprendida entre los ríos Patá y Saldaña, con quebradas , moyas y lagunas de Natagaima, Prado y Coyaima, hasta la confluencia de Hilarco, como limite con Purificación, los ribereños le tienen un pánico atroz porque se les presenta como una fiera negra, de ojos centelleantes, traicionero y receloso. Siempre que lo velan, su fantasmal aparición era indicio de males mayores como inundaciones, terremotos, pestes, etc.
Poseía un palacio subterráneo, tapizado todo de oro, donde acumulaba muchas piedras preciosas y abundantes tesoros; hacia las veces de centinela, por eso no le quedaba tiempo para enamorar.
En la región central del Magdalena, desde Hilarco, en Purificación, hasta Guataquicito en Coello, los episodios eran diferentes. Allí se les presentaba como un hombre gigantesco, de ojos vivaces tendiendo a rojizos, boca grande, de donde asomaban unos dientes de oro desiguales; cabellera abundante de color candela y barba larga del mismo color. Con las muchachas era enamoradizo, juguetón, bastante sociable, muy obsequioso y serenatero. Perseguía mucho a las lavanderas de aquellos puertos, como en la Jabonera, La Rumbosa, | |
El Cachimbo, El Naranjo, Chiriló, La Calmanera, Pital, Barrialosa, etc., a la manera de un hombre rico, con muchos anillos, que al enamorarse de la muchacha más linda de la ribera, la llevaba a la cueva subterránea donde tenía otras muleros con quienes jugaba y sacaba a la playa en noches de luna. Muchos pescadores aseguran que han oído sus risotadas y griterías. Bogas, pescadores y lavanderas lo vieron Infinidad de veces en la playa pescando, cocinando, peinándose; o bajar en una balsa, bien parado, por "la madre del río" tocando guitarra o flauta. | |
Veamos lo que la gran compositora ibaguereña, Leonor Buenaventura de Valencia nos dice en su inspirado bambuco titulado "Leyenda de mi Tierra": (hablado)
Cuando muere la tarde, una linda calentana lava su ropa en el río; de pronto, surge del remanso un hombre hermoso, de ojos refulgentes y largos cabellos. Es el Mohán, dios de las aguas, que fascinado con la belleza dela lavadora, le declara su amor, pero... ella desdeñosa se burla de la extraña figura del hombre salvaje. Desde entonces, en las noches de luna, se oye una cadencia dulce y dolorida: es la flauta del Mohán que llama a su amada...
Allá en Purificación, a orillas del Magdalena, han visto al Mohán con su quena cantando penas do amor. (bis)
Dicen que es un hombre hermoso de tez brillante y morena, ojos negros que refulgen y una larga cabellera.
Cuenta llorando en su flauta que una linda calentana
divina como una diosa, vio lavando una mañana.
Y desde entonces no vive
porque al decirle su amor ella se río desdeñosa y le robó el corazón. Y cuando la luna sale con su luz pálida y clara, es oye la quena del Mohán llamando la calentana mmm, mmm, mm, m.
Entre Guataquicito y Honda las versiones son distintas: allí era muy sociable. Se presentaba a veces como un hombre pequeño, musculoso y de ojos vivaces; entablaba charla con los bogas, salía al mercado a hacer compras, solía parrandear con los mercaderes, pero luego desaparecía sin dejar huella. En Guamo, Méndez, Chimbimbe, Mojabobos, Bocas de Río Recio, Caracolí y Arrancapiumas lo vieron arreglando una atarraya, fumando tabaco, cantando y tocando tiple. En noches de tempestad lo han visto pescan do y riendo a carcajadas.
Algunos ribereños aseguran que existe la Mohana, pero no como consorte del Mohán, sino como personaje independiente. Comentan que ésta no es feroz, ni les hace travesura en los ríos; lo único que le atribuyen es que se rapta a los hombres hermosos para llevarlos a vivir con ella a una cueva tenebrosa.
Para ampliar y dilucidar mejor los comentarios sobre este fabuloso personaje, relataré las entrevistas que hice a varios personajes.
ANECDOTAS CELEBRES SOBRE EL MOHAN
En Papagalá, vereda de Purificación, había un viejito pobre, llamado Policarpo. No tenía parientes, y moraba por épocas en casa de campesinos acomodados, que le daban no sólo albergue, sino trabajo y afecto. Sabía muchas historietas y crónicas aprendidas desde niño, debido a su vida nómada por el Tolima y el Huila.
Sobre la barbacoa del frente de la casa, donde se reúnen sus dueños, en noches estrelladas, con los peones, vaqueros, leñadores y vecinos, conocí este simpático aventurero. Lo invité a mi escuelita para entablar allá el siguiente diálogo: - Dígame don Polo, ¿usted conoce el Mohán? - .....Desde guámbito, señorita. ¡Me hizo pasar unos sustos...! .... - En qué río, don Polo...? - .......En el río Grande, cuando vivíamos en Villavíeja. ...... - ¿Luego usted no es papagaleño? - Yo soy del Tolima Grande y me lo conozco de punta a punta. ..... - ¿Y cómo vino a dar por aquí? - De recorrido que es uno. Pues verá: mi taita era de Campoalegre y mi madre espinaluna. Casi toda la vida la pasamos de tumbo en tumbo para conseguir la yuca. - Entonces usted debe saber mucho de música, de leyendas y de danzas, porque tanto en Campoalegre como en el Espinal se celebran las tradicionales fiestas de San Juan y San Pedro, se cantan coplas y se exhiben distintas danzas. - Por ese aspecto si sé bastante. Cuando quiera le recito unas ensaladillas de coplas y le canto unos rajaleñas. - ..Claro que si, don Policarpo, pero por ahora quiero que me narre algunas anécdotas sobre el Mohán. - ¡Jesús credo, señorita...! Mire que le dan pesadillas si sueña con el "mechudo'. - Por eso despreocúpese, que he oído decir que es muy sociable. - .......No sólo es sociable, sino que se chancea ferozmente, con los pescadores y bogas. - ..Será que es un niño juguetón... - No señorita, es que él castiga a los pescadores que no hacen bendecir las atarrayas y a los que se van a pescar los domingos y fiestas dé precepto. - ....¿Y cómo sabe él todo esto? - Porque el muy confiscado es amo y señor de las aguas, por eso lo adivina todo. - ......¿Por qué dice que lo adivina todo? - Por lo que le sucedió a mi cuñado Toribio que era tan mujeriego... ..¿Cómo fue eso, don Polo? - En épocas de subienda, Toribio salía como a las seis de la tarde, con su atarraya al hombro, por la orilla del río Magdalena, pero como siempre, le echaba una atisbadita a la Carmela, que era la novia. Para que no lo vieran se fue por el matojo y, allí tuvo como dos horas dando vueltas sin encontrar la salida al río, todo despistado. Cuando cayó en la cuenta que eran chanzas del "mechudo", se santiguó y pudo salir de allí. Al llegar a la orilla, estaba el maldito sobre una empalizada fumándose un chicote y carcajeándose de lo lindo. Al verlo mi cuñado, para que lo dejara libre le tiró un paquete de "cluecas", y al momento desapareció. Al instante llegaron otros compañeros de pesca como eran "el tuerto Chepe", "el renco Atanasio" y mi sobrino Benito. Escogieron la canoa del finado Rafa, que era la más grande, y enrumbaron hacia la moya del Payandé. La noche se pintaba fresca, sin luna, pero con millares de luceros titilantes. Esa noche ninguno erraba tiro, la subienda era asombrosa. La barqueta se llenó y cuando regresaban a la playa a vaciar la pilonada, la fiera, con esas uñazas tan afiladas que tiene, le echó mano al pobre Chepe, así que hoy es tuerto y manco. ¿Cómo le parecen las palatinas del "niño juguetón" como usted dice...? - ¡Pobre Chepe...! ¿Y... así si guió pescando? - ¡Jmmm...! ¡Esos condenados son unas fieras para el agua! - Pero usted no me ha dicho si conoce al Mohán en persona... - ¡Lo conocí desde que tenía 7 años! Vivíamos en Villavieja y mi papá se comprometía a llevar víveres desde Neiva a Girardot. Lo acompañaban unos bogas macanudos y conocedores no sólo del agua sino del tiempo. Por eso es que yo me conozco todos los rápidos, saltos, remansos, moyas y remolinos de Río Grande y varios otros de menor caudal. Pero lo que pasó en Peñalisa, sí fue por culpa del Mohán. - ...¿Y qué les sucedió? - Mi madre tenía que llevar a Girardot plátanos, cachacos, arroz, maíz y mucha fruta. Cuando llegamos a la confluencia del Cabrera, estaba el río aguatudo y el Prado bajaba como chicha. El Saldaña y los de la vertiente occidental estaban tranquilos y claritos. Los riachuelos de la oriental bajaban furiosos, como el Tigre, el Consuelo y Batatas. "El rucio" Leovigildo si les dijo a los demás que íbamos a tener mal tiempo. Cuando las sombras de la noche eran muy negras, "el cabezón Cipriano" empezó a echar cuentos del mechudo y como yo era tan miedoso por lo guámbito, me acurruqué debajo del caramanchel de la balsa, pero el vendaval era tan fuerte que lo arrancó de un golpe; los bancos de agua y las palizadas eran tan fuertes. quo empujaban la vastagosa que parecía des-baratarla; en esas vimos la fiera sobre una palizada, frente a Peñalisa, muy tranquilo tocando tiple; en el mismo instante la balsa dio un tumbo, todos nos fuimos al agua y el malvado riéndose de la celada que nos tendió. Yo no volví a saber nada hasta el día siguiente en Girardot, tendido sobre una "cuja" y oyendo los comentarios por la pérdida que tuvimos y las jugarretas del fantasma. - Y .. usted ¿como lo pudo ver en la oscuridad y con tanto miedo? - .......Porque esa fiera echa candela por los ojos y las risotadas eran diabólicas. - Pero, en sus narracíones he notado que usted tiene lenguaje castizo. - ......Fue por haber cursado la primaria y un año de medía superior. - ¡Ah! Entendido. -Y no volvió usted a acompañar a su papá en los viajes? - En las vacaciones sí, pero por eso abandoné los estudios, porque me agradaba más pescar, amansar potros, pasear el Llano Grande llevando ganado de una a otra hacienda, dando serenatas, herrando y curando bestias, es decir, todas las faenas del campo. - Pues... por una parte, muy bueno; pero lástima que no hubiera terminado sus estudios. - Después, -me dijo- nos fuimos a vivir a La Palmita y ya contaba yo con seis hermanitos. Eso era en la época del champán, señorita.., a veces se sufría, pero también se gozaba. Una vez íbamos hasta Flandes a llevar unos encargos a mi padrino. Compramos mucha fruta, pero teníamos que llegar a Purificación por unas guaduas y unos bultos de leña. Los bogas que nos acompañaban eran muy charlatanes y enamorados. El champán lo dejamos deslizar hacia la margen izquierda, muy cerca a la orilla. Llegando a La Calmanera al tembleco dei Ananías se le ocurrió darse un baño con jabón de olor, con tal de llegar perfumado al puerto. Un poco arrimado al champán, el tembleco se puso a hacer aprobaciones en el agua y a zambullir largamente. El agua en el remanso era como un espejo cristalino. De pronto oímos una carcajada fantástica y Ananías no volvió a salir. Cinco bogas se tiraron al agua, creyendo que le hubiese dado una picada al corazón, pero, ni señas ni rastros. No nos quedó la menor duda de que el "mechudo" se lo arrastró para la cueva que tenía en La Caimanera. - ......~,Y, ese fue su ultimo viaje por el Magdalena? - No señora. Después nos trasladamos a Chiriló, cuando ya era yo un mozo "de pelo en pecho". Allí yo conversaba mucho con las lavanderas, entre las cuales había una muy linda llamada Chiquinca, a quien el Mohán perseguía constantemente, le hacia picardías, le daba serenatas con la flauta y, aseguran las compañeras, que repetidas veces llegaba dentro del agua, le quitaba la totuma de lavar y el jabón, pero apenas velan el brazo negro y peludo. Como el rancho de la joven quedaba cerca al puerto, cualquier día desapareció la muchacha sin dejar la menor seña. Las compañeras y los familiares la llamaban a gritos por la orilla del río, hacían alharaca, rezaban, ofrecían misas, insultaban al Mohán, pero nadie daba razón de ella. Paso el tiempo y tanto los padres como los amigos sé habían conformado con la ausencia de la chica, cuando a los dos años llegó corriendo a la casa como asustada, rogándole a los papás que se trasladaran de un todo para una región bien distante del río, cosa que el endriago no la volviera a encontrar. De la mano llevaba un ninito negro y peludo de un año larguito y los padres le preguntaron qué significaba ese niño y ella dijo que era su hijo, que lo habla tenido en la cueva, pero que ella no quería vivir más con ese mechudo. Los pobres viejos no sabían si llorar o reír. Chiquinca les contó que ella vivía despistada del camino, sin saber por donde salir al puerto, pero que le rezaba todos los días a la Virgen del Carmen que le diera licencia de volver a casa y se puso vigilante apenas salía el mechudo a hacer mercado, por eso pudo escapar ese día, viniéndose detrás de él y, que por suerte, la salida estaba cerca al puerto real. - ¡Me ha dejado usted asombrada con sus narraciones! - Yo se lo advertí, señorita, esa fiera es muy mala. - Bueno, es verdad. yo creí que fuera travieso y enamoradizo, músico y hasta trasnochador, pero malo no. Antes de que se me olvide, don Polo, ¿usted sabe algunas coplas sobre el Mohán? - Si, señorita,.., ya me acuerdo de dos:
En la moya Talamina
se llevó una niña el Mohan; ¿por qué no sos muana niña, para dejarme atrapar?
Morena que vas al río
en a mañana o San Juan, al mirarte tan bonita me dan ganas de ser Mohan. |
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