martes, 15 de abril de 2014

Cástor y Pólux - Griega

Cástor y Pólux eran solo hermanos de madre, de la hermosa reina Leda, amante de los cisnes de armonioso cuello. Pero el padre de Cástor era el rey Tíndaro y el de Pólux era Zeus, dios de dioses. Es decir Cástor era mortal y Pólux inmortal.
Jugaron juntos y juntos emprendieron las más arriesgadas aventuras. Cástor era diestro en la doma de caballos y manejo de las armas, y nadie ganaba a Pólux en la pelea cuerpo a cuerpo. Y su fama no tenía igual en todo el reino de Esparta.
La primera aventura que acometieron fue la de liberar a su hermana Helena de las manos de Teseo que la había raptado.
Helena era poco más que una niña cuando Teseo, el héroe que mató al minotauro en el laberinto de Creta, la raptó y se la llevó a Atenas. Cástor y Pólux fueron en su búsqueda y la rescataron en singular batalla.
A partir de ese momento sus aventuras y hazañas no tienen fin. Juntos participan en la cacería del terrible jabalí que asolaba el reino de Calidón. Juntos toman parte de la famosa expedición de los argonautas, héroes que arrostraron  fantásticas peripecias, en su nave Argos, para conquistar el vellocino de oro vigilado por un formidable dragón. Juntos luchan y vencen a los piratas del mar Egeo.
Y, juntos, en fin, participan en numerosas leyendas y aventuras de la mitología griega y romana.
Juntos siempre, inseparables siempre. Ni la muerte pudo separarlos. Aquí es donde la leyenda se hace hermosa como ninguna.
Habían entablado los dos hermanos extraordinario combate contra sus primos Idas y Linceo, a causa del amor de dos bellas princesas, cuando hete aquí que Cástor es alcanzado y murto por la espada de Idas. ¡Oh, dolor de dolores para el desolado Pólux! Su desesperación no tiene medida, quiere darse muerte con su propia espada pero no lo consigue porque es inmortal. Entonces escala al olimpo y se postra ante su padre, Zeus: ¡Oh, dios de dioses, padre mío!, ¿para qué quiero yo la vida si no vive Cástor, mi hermano? Yo te pido oh gran Zeus, que rompas las leyes naturales y me concedas  esta gracia: o bien que yo muera, aun siendo inmortal, para unirme con Cástor, o bien él resucite para siempre.

Así que Zeus conmovido le dio a Pólux la posibilidad de bajar al infierno 6 meses y a Cástor revivir los otros 6 meses, así que Cástor revive medio año y Pólux baja el otro medio.

La historia de Samuel - Urbana:
Hace no más de 2 años pasó esto, pero los verdaderos orígenes vienen de un colegio en el que estudié de niño en una ciudad que no quiero nombrar.
Ya eran como las 7 de la noche y el colegio cerraba a las 5 de la tarde.
Samuel y Mario se quedaron en el colegio, pero, no sabían lo que les pasaría.
Ellos estaban en el salón más alejado y oscuro del colegio, en ese salón había muerto hace más de 15 años, por una razón que ellos desconocían, pero esa noche se darían cuenta, este niño se llamaba Sebastián, él había muerto por unos perros poseídos, estos perros eran la pena de las almas de niños que habían mordido los otros perros; estos perros eran diferentes a los comunes, tenían dientes alargados, ojos cristalizados, cabeza enorme y pelo color negro azabache.
A estos perros les daban los sobrantes del restaurante del colegio, nadie, ni siquiera la directora sabían de estos perros.
Samuel y Mario se fueron a conocer el colegio de noche y se encontraron con una nube de humo que se elevaba sobre sus cabezas, pero no le hicieron caso, después una cara con un relámpago interrumpió la caminata advirtiéndoles de los peligros, pero ellos de todas formas siguieron, esa cara era la de Sebastián.
Samuel y Mario se encontraron con los perros, y uno de ellos mordió a Samuel, y su alma se elevó sobre Mario y el cuerpo se fue degradando hasta convertirse en un perro como los otros, y trató a toda costa de matar a Mario, pero a pesar de que Mario haya escapado los perros también lo hicieron, y lo que lo salvó fue el espíritu de Samuel, pero no encontraron el cuerpo ni de Samuel, ni de Sebastián, así que esta historia termina con 2 estudiantes convertidos, sin cuerpos hallados y un miedo que paralizó al colegio.
DULCES SUEÑOS...

lunes, 14 de abril de 2014

EL MOHAN

EL Mohan - Tolima, Colombia

Las lavanderas le dicen monstruo, enamorado, perseguidor de muchachas, músico, hipnotizador, embaucador y feroz. Cuentan y no acaban las hazañas más irreales y fabulosas.

Sobre su aspecto físico, varían las opiniones según el lugar donde habita. En la región del sur del Magdalena, comprendida entre los ríos Patá y Saldaña, con quebradas , moyas y lagunas de Natagaima, Prado y Coyaima, hasta la confluencia de Hilarco, como limite con Purificación, los ribereños le tienen un pánico atroz porque se les presenta como una fiera negra, de ojos centelleantes, traicionero y receloso. Siempre que lo velan, su fantasmal aparición era indicio de males mayores como inundaciones, terremotos, pestes, etc.
Poseía un palacio subterráneo, tapizado todo de oro, donde acumulaba muchas piedras preciosas y abundantes tesoros; hacia las veces de centinela, por eso no le quedaba tiempo para enamorar.
En la región central del Magdalena, desde Hilarco, en Purificación, hasta Guataquicito en Coello, los episodios eran diferentes. Allí se les presentaba como un hombre gigantesco, de ojos vivaces tendiendo a rojizos, boca grande, de donde asomaban unos dientes de oro desiguales; cabellera abundante de color candela y barba larga del mismo color. Con las muchachas era enamoradizo, juguetón, bastante sociable, muy obsequioso y serenatero. Perseguía mucho a las lavanderas de aquellos puertos, como en la Jabonera, La Rumbosa,
El Cachimbo, El Naranjo, Chiriló, La Calmanera, Pital, Barrialosa, etc., a la manera de un hombre rico, con muchos anillos, que al enamorarse de la muchacha más linda de la ribera, la llevaba a la cueva subterránea donde tenía otras muleros con quienes jugaba y sacaba a la playa en noches de luna. Muchos pescadores aseguran que han oído sus risotadas y griterías.
Bogas, pescadores y lavanderas lo vieron Infinidad de veces en la playa pescando, cocinando, peinándose; o bajar en una balsa, bien parado, por "la madre del río" tocando guitarra o flauta.
Veamos lo que la gran compositora ibaguereña, Leonor Buenaventura de Valencia nos dice en su inspirado bambuco titulado "Leyenda de mi Tierra": (hablado)

Cuando muere la tarde, una linda calentana lava su ropa en el río; de pronto, surge del remanso un hombre hermoso, de ojos refulgentes y largos cabellos. Es el Mohán, dios de las aguas, que fascinado con la belleza dela lavadora, le declara su amor, pero... ella desdeñosa se burla de la extraña figura del hombre salvaje. Desde entonces, en las noches de luna, se oye una cadencia dulce y dolorida: es la flauta del Mohán que llama a su amada...
Allá en Purificación, a orillas del Magdalena, han visto al Mohán con su quena cantando penas do amor. (bis)
Dicen que es un hombre hermoso de tez brillante y morena, ojos negros que refulgen y una larga cabellera.
Cuenta llorando en su flauta que una linda calentana
divina como una diosa, vio lavando una mañana.
Y desde entonces no vive
porque al decirle su amor
ella se río desdeñosa
y le robó el corazón.
Y cuando la luna sale
con su luz pálida y clara, es oye la quena del Mohán
llamando la calentana mmm, mmm, mm, m.
Entre Guataquicito y Honda las versiones son distintas: allí era muy sociable. Se presentaba a veces como un hombre pequeño, musculoso y de ojos vivaces; entablaba charla con los bogas, salía al mercado a hacer compras, solía parrandear con los mercaderes, pero luego desaparecía sin dejar huella. En Guamo, Méndez, Chimbimbe, Mojabobos, Bocas de Río Recio, Caracolí y Arrancapiumas lo vieron arreglando una atarraya, fumando tabaco, cantando y tocando tiple. En noches de tempestad lo han visto pescan do y riendo a carcajadas.
Algunos ribereños aseguran que existe la Mohana, pero no como consorte del Mohán, sino como personaje independiente. Comentan que ésta no es feroz, ni les hace travesura en los ríos; lo único que le atribuyen es que se rapta a los hombres hermosos para llevarlos a vivir con ella a una cueva tenebrosa.
Para ampliar y dilucidar mejor los comentarios sobre este fabuloso personaje, relataré las entrevistas que hice a varios personajes.
ANECDOTAS CELEBRES SOBRE EL MOHAN
En Papagalá, vereda de Purificación, había un viejito pobre, llamado Policarpo. No tenía parientes, y moraba por épocas en casa de campesinos acomodados, que le daban no sólo albergue, sino trabajo y afecto. Sabía muchas historietas y crónicas aprendidas desde niño, debido a su vida nómada por el Tolima y el Huila.

Sobre la barbacoa del frente de la casa, donde se reúnen sus dueños, en noches estrelladas, con los peones, vaqueros, leñadores y vecinos, conocí este simpático aventurero. Lo invité a mi escuelita para entablar allá el siguiente diálogo:

- Dígame don Polo, ¿usted conoce el Mohán?
- .....Desde guámbito, señorita. ¡Me hizo pasar unos sustos...! ....
- En qué río, don Polo...?
- .......En el río Grande, cuando vivíamos en Villavíeja. ......
- ¿Luego usted no es papagaleño?
- Yo soy del Tolima Grande y me lo conozco de punta a punta. .....
- ¿Y cómo vino a dar por aquí?
- De recorrido que es uno. Pues verá: mi taita era de Campoalegre y mi madre espinaluna. Casi toda la vida la pasamos de tumbo en tumbo para conseguir la yuca.
- Entonces usted debe saber mucho de música, de leyendas y de danzas, porque tanto en Campoalegre como en el Espinal se celebran las tradicionales fiestas de San Juan y San Pedro, se cantan coplas y se exhiben distintas danzas.
- Por ese aspecto si sé bastante. Cuando quiera le recito unas ensaladillas de coplas y le canto unos rajaleñas.
- ..Claro que si, don Policarpo, pero por ahora quiero que me narre algunas anécdotas sobre el Mohán.
- ¡Jesús credo, señorita...! Mire que le dan pesadillas si sueña con el "mechudo'.
- Por eso despreocúpese, que he oído decir que es muy sociable.
- .......No sólo es sociable, sino que se chancea ferozmente, con los pescadores y bogas.
- ..Será que es un niño juguetón...
- No señorita, es que él castiga a los pescadores que no hacen bendecir las atarrayas y a los que se van a pescar los domingos y fiestas dé precepto.
- ....¿Y cómo sabe él todo esto?
- Porque el muy confiscado es amo y señor de las aguas, por eso lo adivina todo.
- ......¿Por qué dice que lo adivina todo?
- Por lo que le sucedió a mi cuñado Toribio que era tan mujeriego... ..¿Cómo fue eso, don Polo?
- En épocas de subienda, Toribio salía como a las seis de la tarde, con su atarraya al hombro, por la orilla del río Magdalena, pero como siempre, le echaba una atisbadita a la Carmela, que era la novia. Para que no lo vieran se fue por el matojo y, allí tuvo como dos horas dando vueltas sin encontrar la salida al río, todo despistado. Cuando cayó en la cuenta que eran chanzas del "mechudo", se santiguó y pudo salir de allí. Al llegar a la orilla, estaba el maldito sobre una empalizada fumándose un chicote y carcajeándose de lo lindo. Al verlo mi cuñado, para que lo dejara libre le tiró un paquete de "cluecas", y al momento desapareció. Al instante llegaron otros compañeros de pesca como eran "el tuerto Chepe", "el renco Atanasio" y mi sobrino Benito. Escogieron la canoa del finado Rafa, que era la más grande, y enrumbaron hacia la moya del Payandé. La noche se pintaba fresca, sin luna, pero con millares de luceros titilantes. Esa noche ninguno erraba tiro, la subienda era asombrosa. La barqueta se llenó y cuando regresaban a la playa a vaciar la pilonada, la fiera, con esas uñazas tan afiladas que tiene, le echó mano al pobre Chepe, así que hoy es tuerto y manco. ¿Cómo le parecen las palatinas del "niño juguetón" como usted dice...?
- ¡Pobre Chepe...! ¿Y... así si guió pescando?
- ¡Jmmm...! ¡Esos condenados son unas fieras para el agua!
- Pero usted no me ha dicho si conoce al Mohán en persona...
- ¡Lo conocí desde que tenía 7 años! Vivíamos en Villavieja y mi papá se comprometía a llevar víveres desde Neiva a Girardot. Lo acompañaban unos bogas macanudos y conocedores no sólo del agua sino del tiempo. Por eso es que yo me conozco todos los rápidos, saltos, remansos, moyas y remolinos de Río Grande y varios otros de menor caudal. Pero lo que pasó en Peñalisa, sí fue por culpa del Mohán.
- ...¿Y qué les sucedió?
- Mi madre tenía que llevar a Girardot plátanos, cachacos, arroz, maíz y mucha fruta. Cuando llegamos a la confluencia del Cabrera, estaba el río aguatudo y el Prado bajaba como chicha. El Saldaña y los de la vertiente occidental estaban tranquilos y claritos. Los riachuelos de la oriental bajaban furiosos, como el Tigre, el Consuelo y Batatas. "El rucio" Leovigildo si les dijo a los demás que íbamos a tener mal tiempo. Cuando las sombras de la noche eran muy negras, "el cabezón Cipriano" empezó a echar cuentos del mechudo y como yo era tan miedoso por lo guámbito, me acurruqué debajo del caramanchel de la balsa, pero el vendaval era tan fuerte que lo arrancó de un golpe; los bancos de agua y las palizadas eran tan fuertes. quo empujaban la vastagosa que parecía des-baratarla; en esas vimos la fiera sobre una palizada, frente a Peñalisa, muy tranquilo tocando tiple; en el mismo instante la balsa dio un tumbo, todos nos fuimos al agua y el malvado riéndose de la celada que nos tendió. Yo no volví a saber nada hasta el día siguiente en Girardot, tendido sobre una "cuja" y oyendo los comentarios por la pérdida que tuvimos y las jugarretas del fantasma.
- Y .. usted ¿como lo pudo ver en la oscuridad y con tanto miedo?
- .......Porque esa fiera echa candela por los ojos y las risotadas eran diabólicas.
- Pero, en sus narracíones he notado que usted tiene lenguaje castizo.
- ......Fue por haber cursado la primaria y un año de medía superior.
- ¡Ah! Entendido. -Y no volvió usted a acompañar a su papá en los viajes?
- En las vacaciones sí, pero por eso abandoné los estudios, porque me agradaba más pescar, amansar potros, pasear el Llano Grande llevando ganado de una a otra hacienda, dando serenatas, herrando y curando bestias, es decir, todas las faenas del campo.
- Pues... por una parte, muy bueno; pero lástima que no hubiera terminado sus estudios.
- Después, -me dijo- nos fuimos a vivir a La Palmita y ya contaba yo con seis hermanitos. Eso era en la época del champán, señorita.., a veces se sufría, pero también se gozaba. Una vez íbamos hasta Flandes a llevar unos encargos a mi padrino. Compramos mucha fruta, pero teníamos que llegar a Purificación por unas guaduas y unos bultos de leña. Los bogas que nos acompañaban eran muy charlatanes y enamorados. El champán lo dejamos deslizar hacia la margen izquierda, muy cerca a la orilla. Llegando a La Calmanera al tembleco dei Ananías se le ocurrió darse un baño con jabón de olor, con tal de llegar perfumado al puerto. Un poco arrimado al champán, el tembleco se puso a hacer aprobaciones en el agua y a zambullir largamente. El agua en el remanso era como un espejo cristalino. De pronto oímos una carcajada fantástica y Ananías no volvió a salir. Cinco bogas se tiraron al agua, creyendo que le hubiese dado una picada al corazón, pero, ni señas ni rastros. No nos quedó la menor duda de que el "mechudo" se lo arrastró para la cueva que tenía en La Caimanera.
- ......~,Y, ese fue su ultimo viaje por el Magdalena?
- No señora. Después nos trasladamos a Chiriló, cuando ya era yo un mozo "de pelo en pecho". Allí yo conversaba mucho con las lavanderas, entre las cuales había una muy linda llamada Chiquinca, a quien el Mohán perseguía constantemente, le hacia picardías, le daba serenatas con la flauta y, aseguran las compañeras, que repetidas veces llegaba dentro del agua, le quitaba la totuma de lavar y el jabón, pero apenas velan el brazo negro y peludo. Como el rancho de la joven quedaba cerca al puerto, cualquier día desapareció la muchacha sin dejar la menor seña. Las compañeras y los familiares la llamaban a gritos por la orilla del río, hacían alharaca, rezaban, ofrecían misas, insultaban al Mohán, pero nadie daba razón de ella. Paso el tiempo y tanto los padres como los amigos sé habían conformado con la ausencia de la chica, cuando a los dos años llegó corriendo a la casa como asustada, rogándole a los papás que se trasladaran de un todo para una región bien distante del río, cosa que el endriago no la volviera a encontrar. De la mano llevaba un ninito negro y peludo de un año larguito y los padres le preguntaron qué significaba ese niño y ella dijo que era su hijo, que lo habla tenido en la cueva, pero que ella no quería vivir más con ese mechudo. Los pobres viejos no sabían si llorar o reír. Chiquinca les contó que ella vivía despistada del camino, sin saber por donde salir al puerto, pero que le rezaba todos los días a la Virgen del Carmen que le diera licencia de volver a casa y se puso vigilante apenas salía el mechudo a hacer mercado, por eso pudo escapar ese día, viniéndose detrás de él y, que por suerte, la salida estaba cerca al puerto real.
- ¡Me ha dejado usted asombrada con sus narraciones!
- Yo se lo advertí, señorita, esa fiera es muy mala.
- Bueno, es verdad. yo creí que fuera travieso y enamoradizo, músico y hasta trasnochador, pero malo no. Antes de que se me olvide, don Polo, ¿usted sabe algunas coplas sobre el Mohán?
- Si, señorita,.., ya me acuerdo de dos:
En la moya Talamina
se llevó una niña el Mohan;
¿por qué no sos muana niña, para dejarme atrapar?
Morena que vas al río
en a mañana o San Juan, al mirarte tan bonita
me dan ganas de ser Mohan.


HOMBRE CAIMAN



El hombre caimán - Costa atlántica colombiana

Sí, mi amigo. Esta historia empezó aquí mismo. Y el que es hoy el hombre caimán se sentaba allí, donde está usted ahora dispuesto a tomarse un vaso de ron, un queso y por último, su plato de arroz con coco.

Miraba siempre hacia la orilla opuesta del río y cuando adivinaba la presencia de alguien al otro lado, apuraba su arroz y desaparecía en el agua. ¿Que por qué hacía todo esto? No se desespere, amigo, termine de tomarse su ron y escuche, que este cuento apenas lo empiezo.

Es una historia de amor, como todas, con la diferencia que el hombre salió mejor librado que cualquiera, a pesar de todas las adversidades. Así que si va a pedir otro trago, hágalo de una vez, que yo aquí empiezo mi relato y no paro hasta el final.

Un hombre, alegre y despreocupado, viajaba continuamente de Pinillos a Magangué vendiendo toda suerte de alimentos y frutas hermosas. A grandes voces y en medio del jugueteo entre él y las gentes de por aquí, el hombre divertía a todos con sus historias absurdas de cómo adquiría los productos, hasta el punto de convencer a los compradores de que lo que se llevaban eran objetos maravillosos.

Una tarde, mientras anunciaba a gritos la venta de unas naranjas que, según él, poseían las esencias del amor eterno, descubrió para su fortuna la presencia de una bella mulata con el pelo recién enjuagado que caminaba despreocupada. El hombre entabló conversación con la muchacha y rápidamente, ambos se vieron profundamente atraídos.

Ella se llamaba Roque Lina y era la hija de un severo e inabordable comerciante de arroz. Sus hermanos, que jugaban el secreto papel de vigilantes de los pasos de la muchacha, al darse cuenta de que Roque Lina era atraída cada vez más por las frases pomposas del hombre, dieron la voz de alarma a su padre.

Así pues, amigo, cuando el hombre apareció como de costumbre con sus alaridos y sus productos de otro mundo y se precipitó feliz a saludar con canciones a su querida Roque Lina, se encontró frente a la presencia poco amable de su imposible suegro. “Aquí el que vende soy yo”, le dijo tajantemente el padre. “Y mi hija no es arroz. Así que puede irse con su música a otra parte, antes de que tengamos problemas. ¡O yo no sé!”. Y sin agregar una palabra más, tomó a Roque Lina del brazo y la arrastró con él.

Fue desde ese momento cuando el hombre empezó a venir todos los días a esta tienda, a pedir el mismo ron, el mismo queso y el mismo arroz con coco y a mirar hacia el río. ¿Por qué? Rápidamente lo fui entendiendo: aquí los hombres se bañan en esta orilla. Hacia la mitad de la corriente hay un remolino y al otro lado se bañan las mujeres. Asimismo, aquí la gente va a la necesidad en el agua y se cobra un centavo por todo. ¿Qué pasaba? Pues nada más que el hombre se había puesto de acuerdo con Roque Lina para que cuando ella fuera a bañarse, él atravesara el río a nado y fuera a visitarla.

Usted estará preguntando cómo haría el hombre para atravesar aquel remolino, que a primera vista se adivina no apto para seres humanos. Pues aquí es donde reside el secreto de la historia. El hombre terminaba de comerse el arroz, se metía al agua y poco a poco, su cuerpo se iba corrugando, sus brazos se encogían en pequeñas patitas, sus piernas se unían en una agitada cola y cada uno de los granitos de arroz que se había comido se iban transformando en una hilera de dientes filudísimos, hasta quedar convertido en un expertísimo caimán nadador.

Así el hombre caimán atravesaba ágilmente el remolino y luego de violentos chapoteos, lograba llegar hasta donde Roque Lina, quien ansiosa lo esperaba para ir a descubrir con él las profundidades secretas del río. El hombre venía aquí a diario, bebía y comía su eterna ración y se lanzaba en su viaje reptil donde su amada Roque Lina. Esta visita permanente fue poniendo alerta a todos los pescadores de la zona.

Una mañana, uno de los hermanos de Roque Lina alcanzó a percibir la cola desenfrenada del hombre caimán rompiendo el remolino y de inmediato dio la voz de alarma. Todos los pescadores de Magangué se dieron a la caza del caimán. Pero cualquier esfuerzo era inútil. Mientras más obstinados eran los hombres tratando de aniquilar al animal, más ágil se volvía el hombre para llegar hasta la orilla de Roque Lina.

Tómese el otro roncito, amigo, que esta historia ya se precipita a su final y tiene que prepararse para lo que sigue. ¿Me va siguiendo….?

El papá de Roque Lina, hombre ostentoso y sediento de fabricarse su propio orgullo, ubicó con exactitud el sitio por donde el caimán solía nadar y organizó un cerco para atraparlo.

Una mañana, un buen número de pescadores navegaron afanosamente por estos parajes, buscando sin descanso al caimán, comandados por el padre de Roque Lina. Mientras esto sucedía, el hombre de nuestra historia, sentado allí donde usted está, terminó su ron, su queso y su arroz y se fue de aquí. ¿Hacia dónde iba si todos lo buscaban? Luego lo supe: el muy vivo se echó al agua mientras todos estaban en su búsqueda, nadó agitadamente hasta el barco del papá de Roque Lina y de una, se devoró todo el arroz que encontró. Acto seguido, buscó a su amada que dormitaba en el muelle. Suavemente la acomodó sobre su espalda y sin despertarla, se alejó con Roque Lina en silencio.

Nunca volvió a saberse de ellos. Pero, desde ese día, todos los hombres de por aquí esconden temprano a sus mujeres y se apuran a comerse todo el arroz que tengan en la olla, antes de que el hombre caimán venga y haga desaparecer mujer y granos.

Este es más o menos el cuento, amigo. Lo bueno es que por aquí, desde esos días, se canta un merengue que dice:

Esta mañana, temprano,
cuando bien me fui a bañar,
vi un caimán muy singular
con cara de ser humano.


SLEEPY HOLLOW O EL JINETE SIN CABEZA
Ichabod Crane, un profesor de escuela extremadamente supersticioso de Connecticut que se enamora de la joven de 18 años Katrina Van Tassel, hija única de Baltus Van Tassel, un adinerado granjero del pueblo, y de su fortuna, a la que también pretende el joven y rudo Abrahám "Brom Bones" Van Brunt. Una plácida noche otoñal, el ambicioso Ichabod Crane asiste a una fiesta de la cosecha en casa de los Van Tassel. Baila,disfruta del festín y escucha los fantasmagóricos relatos que narra Brom y el resto de lugareños, aunque su único propósito es declararse a Katrina después de que los invitados marchen.
Tras una insatisfactoria declaración, Ichabod cabalga a casa con el corazón destrozado y hundido a través de los espeluznantes bosques entre la granja de los Van Tassel y el asentamiento de Sleepy Hollow. Según va pasando por los supuestos lugares encantados, su activa imaginación se ve abrumada por las historias de espíritus narradas en la fiesta de la cosecha de Baltus. Tras pasar con nerviosismo bajo el iluminado árbol supuestamente encantado por el espía británico, el mayor André, Ichabod se topa con un jinete encapuchado en una intersección junto a un atemorizante pantano. Trastocado por el pavoroso tamaño del jinete así como por el silencio absoluto que emitía, el profesor se aterroriza al descubrir que la cabeza de su compañero de caminos no se encuentra sobre sus hombros, sino en sus alforjas. En una frenética carrera hacia el puente adyacente al cementerio de la Antigua Iglesia Holandesa del valle, donde se decía que el jinete anciano "se desvanecería en un destello de llamas y azufre", Ichabod cabalgó por su vida, apremiando desesperadamente a su caballo hacia la parte baja del Valle. Aun así, para horror del pedagogo, el macabro espíritu alcanzó el puente, encabritó a su caballo y arrojó su decapitada cabeza a la aterrorizada cara de Ichabod Crane.
A la mañana siguiente, Ichabod había desaparecido misteriosamente del pueblo, permitiendo que Katrina se casase con Brom, de quien se comentaba que sabía demasiado sobre los acontecimientos cuando se narraba el relato de Ichabod en el pueblo. De hecho los únicos elementos encontrados sobre la desaparición del profesor fueron su caballo, su sombrero y una misteriosa calabaza destrozada en ese mismo lugar.